Zona norte de Chile 18° a 30°
El altiplano tiene una altitud promedio de 4.000 metros sobre el
nivel del mar, a lo que se suma la presencia de volcanes con
altitudes entre los 5.000 y los 6.000 msnm. Podemos encontrar una
aproximación a la ubicación de la línea de las nieves eternas
durante el Último Máximo Glacial al analizar el complejo volcánico
Ampato, localizado a 70 km al NW de la ciudad de Arequipa, Perú.
Este complejo está conformado por tres volcanes de 6.000 metros de
altitud en promedio, y Alcalá (2007) ha determinado que la
superficie que abarca su zona periglaciar, a 4.000 msnm, se localiza
dentro de los territorios que estuvieron ocupados por glaciares
durante el Último Máximo Glaciar ocurrido hace 20.000 años a.p.
Los estratos climáticos que actualmente existen al sur de Perú
incluyen, entre otros pisos climáticos, la puna o jalca, que es un
territorio que se encuentra entre los 4.000 y 5.000 msnm; su clima es
frío, de escasa humedad y con precipitaciones en forma de nieve. La
zona periglaciar del completo Ampato es la característica de esta
zona climática. Sobre este estrato climático se encuentra la región
janca o cordillera, la que situada a más de 5.000 msnm, presenta
un clima extremo, frío y seco, con precipitaciones en forma de
nieve. Se considera que éste piso climático es un dominio de
glaciar de montaña.
De acuerdo a los datos climáticos señalados para el completo
Ampato, es posible determinar que la linea de las nieves eternas del
altiplano chileno, hace 20.000 años a.p. se ubicaban bajo los 3.000
msnm., lo que determina que los numerosos volcanes de esa zona
estuvieran cubiertos de hielo al inicio del Holoceno. En base a la
extrapolación realizada, se puede señalar también que durante la
última glaciación existió una gruesa capa de hielo en la zona del
altiplano, entre los 18° a 30° S, la que bajaba por la vertiente
occidental de los Andes, cubriendo especialmente los valles que se
dirigen al océano Pacífico. De acuerdo a lo señalado por Nuñez y
Grosjean (1994), todavía no han sido obtenidas las dataciones
directas de la expansión glacial en los Andes de Atacama.
Para el Cerro Pajonal, a los 22° 30’ S, se identificó la línea
de equilibrio a los 4.650 m. Para el período denominado Holoceno
temprano (11.000-8.500 años a.p.), en las tierras altas puneñas se
identificó la formación de un paleosuelo durante este período,
entre los 3.500 y 4.800 msnm., debido a condiciones cálidas y húmedas
que duraron sólo 2.000 a 3.000 años, lo que indica la existencia de
una densa vegetación y considerable actividad biológica. En el
período 8.500-5.000 años a.p., los grandes lagos como Aguas Calientes
I se secaron alrededor del 8.400 años a.p. y la formación de los
suelos terminó antes de los 7.400 años a.p. (Nuñez y Grosjean.
1994)
Estos eventos indican un cambio significativo hacia condiciones
más secas, con disminución de agua, vegetación y recursos
faunísticos hacia el optimum thermal, más o menos por los 6.000 años
a.p. Algunos asentamientos arcaicos tempranos asociados a recursos
más potenciales (p.e., ríos Loa, Puripica, etc.) pudieron
persistir, mientras que otros localizados en ambientes más frágiles
se movilizaron dando lugar a ciertos “silencios arqueológicos”
(cuencas de Atacama y Punta Negra) detectados en las secuencias
regionales (Nuñez y Grosjean, 1994).
En resumen, se puede señalar que hacia fines del pleistoceno, al
norte del paralelo 25° S. se produjeron aumentos en la precipitación
estival principalmente, entre los 13.800 y 9.500 años a.p., con
eventos menores entre los 7.500 y 6.000 y los 4.500 y 3.000 años
a.p. Muchas especies de gramíneas de la estepa alto-andina
descendieron hasta 1.000 msnm, hacia el margen del desierto absoluto,
formando ahí una comunidad vegetal que en momentos llegó a tener
una riqueza de especies entre cinco y seis veces superior que la
actual (CONAMA. 2008).
Esquema N°1: Hipótesis de reconstrucción ambiental y ocupación
humana en la vertiente occidental de la Puna de Atacama durante el
Glacial Tardío y el Holoceno Medio (22-23° S).
Fuente: Nuñez y Grosjean. 1994
En la figura anterior se muestra que a inicios del Holoceno medio
desaparecieron las condiciones que mantenían la flora y fauna al
interior de la ciudad de Antofagasta. El cambio más evidente
consistió en una drástica disminución de las precipitaciones en la
zona, junto con una disminución de la humedad en el altiplano.
Coincidiendo con los antecedentes señalados más arriba, estudios
realizados por Vargas y Ortlieb (1998) señalan que durante la
transición Pleistoceno-Holoceno, en el área de Antofagasta
prevalecieron condiciones caracterizadas por una pluviosidad
relativamente elevada, junto con una intensificación de los vientos
capaces de formar dunas. Los estudios sugieren para este período la
ocurrencia, de una o más fases de mayor pluviosidad que culminaron
después de los 9.400 años AP.
Cuadro N°1 : Variaciones del clima en el norte de Chile durante el Holoceno.
Fuente: Vargas y Ortlieb (1998). |
A continuación se describen acontecimientos para cada período:
a) Intensificación de las precipitaciones de verano durante el tardiglacial y Holoceno Temprano, produciendo una mayor densificación de la vegetación.
b) Intensificación de las precipitaciones de verano en el borde
del salar de Uyuni, Bolivia.
c) Arribo de los primeros cazadores recolectores al Altiplano de
Atacama.
d) Última recarga de aguas subterráneas en la zona de San Pedro.
e) Última recarga de aguas subterráneas del Desierto de Atacama
en general.
f) Período árido en el Altiplano de Atacama: Extinción del
caballo americano y otros grandes animales.
g) Ausencia de registros arqueológicos: “silencio
arqueológico”.
h) Disminución de la profundidad del lago Titicaca.
i) Aparece el clima actual del Altiplano de Atacama.
j) Mayores precipitaciones invernales en los Andes del Norte Chico
de Chile, asociado a una mayor influencia de los vientos de esta
zona, mayor sobre los 2.000 msnm que en la región costera.
k) Repetición de la intensificación de las precipitaciones
descritas en j).
l) Repetición de la intensificación de las precipitaciones
descritas en j).
m) Repetición de la intensificación de las precipitaciones
descritas en j): coincide con el período denominado “Pequeña Edad
Glacial”.
Los bosques relictos de la Cordillera de la Costa (caracterizados
por especies arbóreas de mirtáceas) comenzaron a expandirse en
torno a los 4.200 años a.p., principalmente debido a un aumento de
la precipitación. Esta expansión fue interrumpida por una
pronunciada fase árida que culminó entre 1.800 y 1.300 años a.p.,
tras la cual se estableció el actual clima (Villagrán e Hinojosa.
2005).
Los resultados de estudios paleoambientales realizados por Santoro
et al (2011) demuestran que desde el Pleistoceno Tardío hasta el
Holoceno Temprano (17.000 años a.p. a 9.500 años a.p.) el Desierto
de Atacama tuvo condiciones más favorables que en la actualidad para
la habitación humana. Esta situación se dio particularmente en
ciertas localidades de la franja hiperárida entre 1.000 y 3.000 msm,
por efecto de un alza de las precipitaciones en la precordillera.
En períodos más recientes, los habitantes de Atacama dejaron
registro de la fauna existente en dicho territorio, consistente en
numerosos geoglifos de llamas, alpacas, zorros, flamencos y monos.
Fotos N°4,5 y 6: Petroglifos de Yerbas Buenas, San Pedro de Atacama.
De acuerdo a antecedentes recopilados por Del Pozo (2013), hace
500 años, al inicio de la conquista española, existían en la zona
norte de Chile abundantes bosques de galería y en la desembocadura
de los ríos, formaciones vegetales que correspondían a los
remanentes de los últimos bosques que formaban parte de la
vegetación existente en el Holoceno temprano, ecosistemas que fueron
eliminados para ser utilizados como combustible por la minería de
plata o para despejar terrenos utilizados en la creación de
ciudades.