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jueves, 16 de julio de 2015

CAMBIOS CLIMÁTICOS DESDE ARICA A COQUIMBO


Zona norte de Chile 18° a 30°

El altiplano tiene una altitud promedio de 4.000 metros sobre el nivel del mar, a lo que se suma la presencia de volcanes con altitudes entre los 5.000 y los 6.000 msnm. Podemos encontrar una aproximación a la ubicación de la línea de las nieves eternas durante el Último Máximo Glacial al analizar el complejo volcánico Ampato, localizado a 70 km al NW de la ciudad de Arequipa, Perú. Este complejo está conformado por tres volcanes de 6.000 metros de altitud en promedio, y Alcalá (2007) ha determinado que la superficie que abarca su zona periglaciar, a 4.000 msnm, se localiza dentro de los territorios que estuvieron ocupados por glaciares durante el Último Máximo Glaciar ocurrido hace 20.000 años a.p.

Los estratos climáticos que actualmente existen al sur de Perú incluyen, entre otros pisos climáticos, la puna o jalca, que es un territorio que se encuentra entre los 4.000 y 5.000 msnm; su clima es frío, de escasa humedad y con precipitaciones en forma de nieve. La zona periglaciar del completo Ampato es la característica de esta zona climática. Sobre este estrato climático se encuentra la región janca o cordillera, la que situada a más de 5.000 msnm, presenta un clima extremo, frío y seco, con precipitaciones en forma de nieve. Se considera que éste piso climático es un dominio de glaciar de montaña.

De acuerdo a los datos climáticos señalados para el completo Ampato, es posible determinar que la linea de las nieves eternas del altiplano chileno, hace 20.000 años a.p. se ubicaban bajo los 3.000 msnm., lo que determina que los numerosos volcanes de esa zona estuvieran cubiertos de hielo al inicio del Holoceno. En base a la extrapolación realizada, se puede señalar también que durante la última glaciación existió una gruesa capa de hielo en la zona del altiplano, entre los 18° a 30° S, la que bajaba por la vertiente occidental de los Andes, cubriendo especialmente los valles que se dirigen al océano Pacífico. De acuerdo a lo señalado por Nuñez y Grosjean (1994), todavía no han sido obtenidas las dataciones directas de la expansión glacial en los Andes de Atacama.

Para el Cerro Pajonal, a los 22° 30’ S, se identificó la línea de equilibrio a los 4.650 m. Para el período denominado Holoceno temprano (11.000-8.500 años a.p.), en las tierras altas puneñas se identificó la formación de un paleosuelo durante este período, entre los 3.500 y 4.800 msnm., debido a condiciones cálidas y húmedas que duraron sólo 2.000 a 3.000 años, lo que indica la existencia de una densa vegetación y considerable actividad biológica. En el período 8.500-5.000 años a.p., los grandes lagos como Aguas Calientes I se secaron alrededor del 8.400 años a.p. y la formación de los suelos terminó antes de los 7.400 años a.p. (Nuñez y Grosjean. 1994)

Estos eventos indican un cambio significativo hacia condiciones más secas, con disminución de agua, vegetación y recursos faunísticos hacia el optimum thermal, más o menos por los 6.000 años a.p. Algunos asentamientos arcaicos tempranos asociados a recursos más potenciales (p.e., ríos Loa, Puripica, etc.) pudieron persistir, mientras que otros localizados en ambientes más frágiles se movilizaron dando lugar a ciertos “silencios arqueológicos” (cuencas de Atacama y Punta Negra) detectados en las secuencias regionales (Nuñez y Grosjean, 1994).

En resumen, se puede señalar que hacia fines del pleistoceno, al norte del paralelo 25° S. se produjeron aumentos en la precipitación estival principalmente, entre los 13.800 y 9.500 años a.p., con eventos menores entre los 7.500 y 6.000 y los 4.500 y 3.000 años a.p. Muchas especies de gramíneas de la estepa alto-andina descendieron hasta 1.000 msnm, hacia el margen del desierto absoluto, formando ahí una comunidad vegetal que en momentos llegó a tener una riqueza de especies entre cinco y seis veces superior que la actual (CONAMA. 2008).

Esquema N°1: Hipótesis de reconstrucción ambiental y ocupación humana en la vertiente occidental de la Puna de Atacama durante el Glacial Tardío y el Holoceno Medio (22-23° S).
Fuente: Nuñez y Grosjean. 1994

En la figura anterior se muestra que a inicios del Holoceno medio desaparecieron las condiciones que mantenían la flora y fauna al interior de la ciudad de Antofagasta. El cambio más evidente consistió en una drástica disminución de las precipitaciones en la zona, junto con una disminución de la humedad en el altiplano.

Coincidiendo con los antecedentes señalados más arriba, estudios realizados por Vargas y Ortlieb (1998) señalan que durante la transición Pleistoceno-Holoceno, en el área de Antofagasta prevalecieron condiciones caracterizadas por una pluviosidad relativamente elevada, junto con una intensificación de los vientos capaces de formar dunas. Los estudios sugieren para este período la ocurrencia, de una o más fases de mayor pluviosidad que culminaron después de los 9.400 años AP.

Cuadro N°1 : Variaciones del clima en el norte de Chile durante el Holoceno.
Fuente: Vargas y Ortlieb (1998).

A continuación se describen acontecimientos para cada período:

a) Intensificación de las precipitaciones de verano durante el tardiglacial y Holoceno Temprano, produciendo una mayor densificación de la vegetación.
b) Intensificación de las precipitaciones de verano en el borde del salar de Uyuni, Bolivia.
c) Arribo de los primeros cazadores recolectores al Altiplano de Atacama.
d) Última recarga de aguas subterráneas en la zona de San Pedro.
e) Última recarga de aguas subterráneas del Desierto de Atacama en general.
f) Período árido en el Altiplano de Atacama: Extinción del caballo americano y otros grandes animales.
g) Ausencia de registros arqueológicos: “silencio arqueológico”.
h) Disminución de la profundidad del lago Titicaca.
i) Aparece el clima actual del Altiplano de Atacama.
j) Mayores precipitaciones invernales en los Andes del Norte Chico de Chile, asociado a una mayor influencia de los vientos de esta zona, mayor sobre los 2.000 msnm que en la región costera.
k) Repetición de la intensificación de las precipitaciones descritas en j).
l) Repetición de la intensificación de las precipitaciones descritas en j).
m) Repetición de la intensificación de las precipitaciones descritas en j): coincide con el período denominado “Pequeña Edad Glacial”.

Los bosques relictos de la Cordillera de la Costa (caracterizados por especies arbóreas de mirtáceas) comenzaron a expandirse en torno a los 4.200 años a.p., principalmente debido a un aumento de la precipitación. Esta expansión fue interrumpida por una pronunciada fase árida que culminó entre 1.800 y 1.300 años a.p., tras la cual se estableció el actual clima (Villagrán e Hinojosa. 2005).

Los resultados de estudios paleoambientales realizados por Santoro et al (2011) demuestran que desde el Pleistoceno Tardío hasta el Holoceno Temprano (17.000 años a.p. a 9.500 años a.p.) el Desierto de Atacama tuvo condiciones más favorables que en la actualidad para la habitación humana. Esta situación se dio particularmente en ciertas localidades de la franja hiperárida entre 1.000 y 3.000 msm, por efecto de un alza de las precipitaciones en la precordillera.

En períodos más recientes, los habitantes de Atacama dejaron registro de la fauna existente en dicho territorio, consistente en numerosos geoglifos de llamas, alpacas, zorros, flamencos y monos.

Fotos N°4,5 y 6: Petroglifos de Yerbas Buenas, San Pedro de Atacama.


De acuerdo a antecedentes recopilados por Del Pozo (2013), hace 500 años, al inicio de la conquista española, existían en la zona norte de Chile abundantes bosques de galería y en la desembocadura de los ríos, formaciones vegetales que correspondían a los remanentes de los últimos bosques que formaban parte de la vegetación existente en el Holoceno temprano, ecosistemas que fueron eliminados para ser utilizados como combustible por la minería de plata o para despejar terrenos utilizados en la creación de ciudades.